Había un anuncio a principios de los 80 que haciendo referencia a algún producto de limpieza que decía algo así como “Está tan limpio que podría usted comer dentro de su propio fregadero”.
Qué quieres que te diga, la idea en sí misma da un poco de repeluco, pero oye el concepto está bien. Especialmente para estos días en los que no solo la limpieza, sino también la desinfección forman parte de nuestra rutina diaria. Porque sí, son dos cosas distintas.
No quiero yo contribuir a crear ningún tipo de alarmismo. Ni tan siquiera, evidentemente, soy una experta en la materia. Pero no está de más recordar algunos de los consejos que la OMS ha dado sobre este tema. Y de paso, dejarte algunas imágenes inspiradoras. Una lámpara por aquí o un cesto por allá. Porque esto va a pasar y nos va a pillar con un montón de ideas nuevas.
Comer en tu propio fregadero

Ya sabes que el virus se mantiene entre unas horas a unos días dependiendo de las superficies. Y aunque no vayas a comer en tu propio fregadero, en la cocina es donde se manipulan los alimentos que luego vas a comer…en tu mesa.

Así que lo primero es limpiar bien todas las superficies, manillas, interruptores y elementos que más toqueteamos con agua y jabón. Y después de limpio, toca desinfectar. Recuerda que si no está limpio, no se puede desinfectar, y trabajar p’a ná es tontería.
Tampoco te vuelvas loc@ buscando productos de limpieza imposibles. Para desinfectar puedes utilizar lejía o alcohol. El más efectivo es el que tiene una concentración al 70%. Y como el alcohol que normalmente utilizamos tiene una concentración del 96%, tienes que diluirlo en agua. Lo metes en un bote con pulverizador y listo.
Lo mismo puedes hacer con la lejía. Para superficies pequeñas la proporción sería de una cucharada de lejía por litro de agua.
Por último, puedes utilizar también agua oxigenada al 3% como desinfectante.

Y sobre todo, recuerda lavarte siempre muy bien las manos con agua y jabón.
¡Feliz día!