Lo decía hace unos días por Instagram, me da mucha envidia toda la gente creativa que encuentro por las redes. Envidia y un poquito de bajón. Porque yo me veo más bien bloqueada. Un quiero y no puedo.
Porque a mí también me gustaría aprender a preparar platos imposibles de cocina molecular avanzada, pero día tras otro me quedo en poco más que macarrones con tomate. Vale, estoy exagerando.
Del ejercicio mejor no hablamos. Al menos a día de hoy tampoco me pongo ciega a chocolate, que ya es un paso. El que no se consuela es porque no quiere.
Y no. Tampoco soy muy capaz de concentrarme en un curso online de macramé, por decir algo. Y mira que el macramé me gusta y mucho. Más tarde, cuando todo vuelva a la normalidad y ya no tenga tiempo me arrepentiré. Lo sé.
Así que ya que no hago ninguna de estas cosas que debiera estar haciendo de forma física, me voy a dar el gustazo de hacerlas de forma virtual. Y de paso hacemos un home tour. Pasito a pasito, suave suavecito.
Un Home Tour diferente

La cocina o el paso previo a salir rodando
Es cierto que cocinar relaja mucho. Aunque también te digo que te puedes poner de los mismos nervios si, oh casualidad, esa receta fabulosa que has descubierto lleva un par de ingredientes que no tienes en casa. Ni vas a tener, claro.
Para relajante y cálida una cocina que combine madera y blanco. De líneas sencillas y sin armarios superiores, que da más sensación de amplitud. Y es que esto de la sensación de amplitud es muy necesario en estos días.


La mesa de comer. Y de trabajar. Y de hacer DIY
Es la mesa para todo. Y como #loqueselleva son las fibras naturales, la apuesta ganadora es mimbre, rattan…


Y ahora viene el ejercicio de imaginación. Ya me veo en cualquiera de esas cocinas preparando un aire de lima sobre lomos de sardina o un caviar de melón, que a mi a fina cuando me pongo a imaginar no me gana nadie.
¿Y tú cómo te imaginas?
¡Feliz día!
#yomequedoencasa